Baje precipitadamente del subte. Mire la hora, era tarde. A las diez y nueve, puntual, comenzaría la muestra de Julio Gómez Sábalo.
Corrí, me llevé por delante un tacho de basura, unos de esos tachos amarillos, que están donde no debieran. Diez y nueve y un minuto y acá estoy al fin. Acomodo un poco mis rulos, guardo en un papel el chicle que venía masticando desde casa. Entro. Empiezo a recorrer el salón. Mis ojos quieren abarcarlo todo. Resuelvo ir de apoco, saborear cada obra, internarme en ella, disfrutarla, acariciarla, adueñarla, y ahora si, transitarla. Y mientras me adueño, acaricio, disfruto; escucho una vos que dice: “El dibujo como gesto expresivo y primario del hombre, desde las figuras rupestres…” ¡es él, no hay dudas!...esa voz grave y melodiosa continua diciendo: “desde las figuras rupestres hasta nuestros días está ligado a lo inmediato, al dialogo directo entre alma, mente y la mano que ejecuta”. Giro lentamente mi cabeza, tratando de encontrar al maestro en su diálogo con el arte. A medida que mi cuerpo se acomoda al movimiento, lo veo. Ahí está Julio Gomez Säbalo, sosteniendo su osamenta, moviendo sus manos como un director de orquesta, con su mirada seria, con su misterio innato, con su don divino; conferenciando ante un montón de periodistas y críticos de arte. El los mira. Les habla. Los entretiene. Los seduce. Y ellos, en su mayoría artistas inconclusos, lo escuchan fascinados.
Todavía lo recuerdo, vasto y casi feliz desperezándose con enormidad en la puerta de su estudio, aquel día que muchos críticos trataban de conversar con él para que les explicara dentro de que corriente se podía ubicar su trabajo.
Hay mucha gente en la muestra, opinan, queriendo saber que es lo que quiso decir el artista, unos pocos disfrutamos del placer de la obra que nos contara a cada uno sólo lo que ella quiere que sepamos.
Esperare que se vayan todos para acercarme y saludarlo, no me gustan los amontonamientos, pero estoy feliz por el, se que disfruta cada muestra. A su manera, pero la disfruta.
Ya son casi las veintidós horas, no queda nadie, el silencio hace gárgaras en los umbrales, y ahora en silencio me acerco, lo saludo como siempre con dos besos, uno en cada mejilla y él como siempre me da el tercero en la frente.
Ade
A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración. ...una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo... Por eso a mi me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas. Oliverio Girondo
viernes, 5 de septiembre de 2008
martes, 2 de septiembre de 2008
Cerca...
Cerca, al alcance de mis dedos
Cerca, me estiro
Más, un poco
Cerca, mis manos en relax
Cerca, mi espalda se afloja
Cerca, casi puedo tocarte
Cerca, estoy por descubrirte
Cerca, mucho más que antes
Cerca, las yemas de mis dedos
Recorren tu cara
Ya casi
Veo tus ojos
Cerca, caen hojas
Cerca, en amarillo
Cerca, en naranja
Cerca, casi llego
Cerca, me desbordo
Veo tu perfil
No hay intersecciones
Te pierdo
Cerca.
Tanto y nada.
Ade
Cerca, me estiro
Más, un poco
Cerca, mis manos en relax
Cerca, mi espalda se afloja
Cerca, casi puedo tocarte
Cerca, estoy por descubrirte
Cerca, mucho más que antes
Cerca, las yemas de mis dedos
Recorren tu cara
Ya casi
Veo tus ojos
Cerca, caen hojas
Cerca, en amarillo
Cerca, en naranja
Cerca, casi llego
Cerca, me desbordo
Veo tu perfil
No hay intersecciones
Te pierdo
Cerca.
Tanto y nada.
Ade
lunes, 1 de septiembre de 2008
El no
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