sábado, 27 de diciembre de 2008

Agua potable

Salís a la calle con la libretita recomendada en la mano. Miras para todos lados, no sea cosa que se te escape la inspiración. La señora de la esquina corta el pasto. El señor de la otra vereda trata de lavar el auto pero no hay presión de agua, si, agua potable, si, pero que importa si lo que sobra es agua aunque no tenga fuerza ni para regar a ese pastito recién plantado que quiere asomar de una semillita rescatada del picotazo de un pájaro con apetito. Seguís caminando, libretita en mano, sin darte cuenta vas por la veredita del sol con cuarenta grados a la sombra. Empezas a calcular la temperatura y ese inconsciente traicionero hace que transpires a chorros. Agua potable. Te das una vueltita por la manzana del rioba, siempre con la libretita, ahora mojada. Ya de regreso a tu casa no te queda otra que suministrarte un buen baño. Cuarenta grados a la sombra.

Ade

jueves, 25 de diciembre de 2008

Entremezclado

Y entonces comienzo a caminar para ningún lado. Espero no se que cosa, porque no puedo concentrarme en más esperas y existe la realidad que es pura realidad de a ratos; o es pura imaginación de tiempos largos. Está la realidad virtual que es eso incontenible, sólo lo incontenible que trato de contener por algún lado, pero tampoco sirve y me voy quedando sin realidades a la espera de un milagro que tampoco se como se usa, porque los milagros son solo otras realidades virtuales que inventamos para contener nuestra finitud.
Ade

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Desconocido

Y el niño, hombre,
Se rasco una oreja,
Y siguió guiñando un ojo
Con dulzura.

Ade

lunes, 22 de diciembre de 2008

Dale

Quedate
no te vayas
Sólo un tiempo, breve
Pero un tiempo, al fin
Quedate
Dejame tocar
Tu cara
Hay olor a más horas
En tu cara
Sensaciones dúctiles
De asfalto y de vereda
Si te quedás
susurrame despacio
muy despacio
la inconveniencia
de tu huída
Se que me reflejo
cerca de tus manos
Quedate
Podemos amarnos
en maíz y en luna
Prometo llenarte de colores
De perfumes
De formas
Inacabables.
Quedate ahora
Que aprendiste
a suspirarme

Ade