jueves, 2 de abril de 2009

Camino a la nada

Basta...ya no quepo en mi agonía
Basta...lo intangible me desmiembra
Basta...ni mi sombra me acompaña

Ya bebí del vaso endemoniado
Camine tejados a tu encuentro
Socave el aura con recuerdos

Basta…el crisol cegó mis pobres letras
La humedad saco a pasear la ausencia
No hay pájaros, mariposas, alivio.

La espera acalambro mis brazos
Que es la espera? Un túnel derrumbado.


Ade

martes, 31 de marzo de 2009

Perspectiva

Los giros, las interrelaciones, las dudas, el sarcasmo, la búsqueda, ocupaban su mente. El equilibrio se perdía en algún lugar, en alguna silueta recortada a lo lejos, en el olor de las hojas frescas, en figuras surgiendo mojadas y apretadas. Lloraba. Cuando sus lágrimas caían en agua dulce, no podían hacer nacer peces de colores. El salitre mataba un nuevo nacimiento. Luego los replanteos, la locura, el acecho.Agotado tomó una decisión.Comenzó a saturar aire, tierra, agua, vértigo, equilibrio; hizo un buen combo. Aguardó en perspectiva.
Ade

lunes, 30 de marzo de 2009

Simple

Podemos recorrer un trecho
tomados de la mano
vos con tus manos
con tus piernas
con tu carga y descarga
Yo mis manos
mis piernas
Otras cargas
otros obstáculos

Si decidimos soltarnos
Porque la cosa así quiere
Nos soltamos
Y seguimos
Vos con tus manos y piernas
Yo con mis piernas y manos

Simplemente, caminamos…

Ade

domingo, 29 de marzo de 2009

De perros y mariposas

Estuve sentada en una silla del parque. Escuchaba a lo lejos el sonido del tren. Una mariposa de otoño anaranjada aleteaba sus últimas horas sobre una flor azul de enredadera. El eco de las ruedas al chocar contra las vías era cada vez más sensible. La música suave, de una radio vecina acompañaba el paisaje. El viento apenas perceptible visitaba árboles y casas. Era una mañana diáfana. Oliverio dormía al compás de los sonidos, plácido y silencioso, en una silla amarilla. Cada tanto la mariposa pasaba muy cerca de sus orejas y le contaba un cuento de mariposas y perros. Creo que Oliverio sonreía. Movía su hocico, sacudía una oreja El llamador de ángeles de bambú se desperezaba. Lavaba con una esponja blanca sus extensiones y los dientes con un cepillo azul de porcelana. Era una mañana perfecta. Respire cien veces y relajé mi cuerpo. El aroma a café se colaba por la ventana. Un canario cantaba y limpiaba sus plumas con burbujas de libertad...
El timbre del teléfono rompió la monotonía. Volví a mi rutina perfumada en camellas. Las flores eran unas blancas otras rosa pálido.

Ade