Atravesada. Así corría con sus botas de bambú. Medio derecha, medio inclinada. Traspasaba el costado de la esquina. Era evidente, que sus piernas viraban para otro lado. Ladeada, atravesada, feliz, proseguía cubriendo dinteles desprovistos de alas. Atravesada con botas de bambú, cantaba por los patios y aullaba en las orillas. Eso si, nunca dejaba de atravesarse. Era su manera de andar y encenderse. Atravesada, con surgentes y flamantes suelas de espinillos de campo, iba por los espacios, cubriéndolo todo, magníficamente con su atravesamiento nato.
Ade
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