martes, 2 de diciembre de 2008

Deshabitado

Y todo debía ser amor; su corazón pedía amor. Latía en busca de amor, sólo necesitaba amor, sólo amor.
En esa necesidad de amor, pobre corazón, creyó en la sensación. Palpitó. Latió con el rítmico sonido del amor.
Fue un corazón engañado, triste y desacordado ¡Pobre corazón sin amor!
Entonces, ese pobre corazón tan solitario, comenzó a caminar dudas; pero se negaba, sin fuerzas, a vivir escaparates sin amor.
En voz muy baja, análoga voz, quiso gritar, pero el amor no escuchaba…
Fue un corazón deshabitado, sin las deliciosas fragancias del amor, sin magia.

Ade y su luna solitaria

domingo, 30 de noviembre de 2008

La puerta

Una puerta cerrada. Al traspasarla seguramente habría de encontrar tus ojos negros como la carbonilla que dibuja gestos. La profundidad de tu mirada. La inseguridad de tu garganta, que no se anima todavía a decir todo. La sabiduría de tu mente que me disloca. El sabor de unos labios que quisiera hacer míos. Los olores masculinos de tu cuerpo. Tu alma clara que lucha agitanada. La fuerza, tu heroísmo, la templanza. Lo que no me das y yo te pido. El infierno que acarician nuestros cuerpos. La calidez del fuego. El aire fresco que pudiera entrar, si hubiera una ventana, o un hueco, o una pequeña hendija. Mis ganas que me vienen borrascosas. Mis miedos y mas miedos y mas profundo. El sabor fuerte de un café. El aroma dulce del pan en una hornalla. Mis dudas, tus dudas, nuestras dudas. El encanto de unas sabanas ardiendo. El después que llega y se acomoda. La magia, el desamor, el desencanto. El cajón de la mesa de luz, a oscuras. El piso frío adonde nos amamos. El soplar de cortinas, el chasquido. El querer, el ahora, el aliento. La plenitud, la opresión el vértigo. La avidez de tus cuestionamientos y los míos.
Estoy ante esta puerta. Y me pregunto…
Ade