Llueve. Camina segura. El callejón la envuelve.
En pasado y en agua comienza la sinuosa ronda de recuerdos. Y recuerda. Hubo un día que la encontré repasando presencias. No supe escucharla. Estaba un poco confundida. No lograba entender porque Nirvana.Ahora veo su cara. Lágrimas empetroladas bajan al suelo. Caen. El piso se oscurece como un mar tenebroso. Me corro un poco y dejo que sus lágrimas deambulen hacia otro mar que pueda cristalizarlas. Aunque temo. El cristal podría cortar su apariencia. Entonces se que su sombra haría jugadas al limite. La miro. Desde este ángulo adonde estoy parada, la escucho jurar que no volverá a Nirvana. Se muy bien que el destino puede estar vagando para que ese juramento fracase. Le deseo suerte. Mi pensamiento se hunde en su mirada.
Ade
A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración. ...una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo... Por eso a mi me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas. Oliverio Girondo

sábado, 20 de junio de 2009
jueves, 18 de junio de 2009
Viaje
Un alma que está sola
Un témpano de locos
Un simulacro rancio
Un recuerdo agrisado
Un caer en las piedras
Un subir arañando
Un cause sin su rio
Un presagio del miedo
Un eslabón que ordena
Un eslabón que pierde
Un ciclo permanente
Un permanente aguante
Un pájaro sangrando
Un viaje sin destino
Un destino perdido
Un deambular de aves
Ade
Un témpano de locos
Un simulacro rancio
Un recuerdo agrisado
Un caer en las piedras
Un subir arañando
Un cause sin su rio
Un presagio del miedo
Un eslabón que ordena
Un eslabón que pierde
Un ciclo permanente
Un permanente aguante
Un pájaro sangrando
Un viaje sin destino
Un destino perdido
Un deambular de aves
Ade
domingo, 14 de junio de 2009
Encontrando a Nirvana (Cap. 3)
Nunca sospecho que el era Nirvana. Con el correr de los años, no recuerda como, supo su nombre. Seguía siendo solo un rostro conocido entre tantos otros que no lograba identificar.El real encuentro con Nirvana fue de casualidad, un día casual. Necesitaba hablar. En el silencio el cruzo por su desierto.No hubo charlas previas, solo se miraron y se tocaron. Ese día hicieron el amor cinco rostros, el de ella, el de él y tres fantasmas.El segundo encuentro fue más certero y furioso. Los fantasmas no daban tregua. Querían sangre, querían almas. Tuvieron lo que deseaban. Hubo un momento en que los fantasmas se agigantaron, luego de a poco se fueron apartando. Entonces las manos de Nirvana instalaron la ternura en tiempo y espacio ganados al miedo.Ella sabía que para volver a Nirvana debería primero transitar el callejón del aljibe, adonde un duende cruel la hostigaría hasta que bajara en busca de la botella de los deseos.También su instinto le decía que Nirvana podía ser más duro y cruel que el duende.
Ade
Ade
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