viernes, 26 de junio de 2009

Nirvana, el final - (Cap. 5)

A veces era de quebracho, otras de cristal. Cuando ese día fue de cristal, sin medir errores , sin estrategias, se dirigió al callejón. Llegó hasta el aljibe. Lo recorrió con los ojos del miedo. Sabía que ahí, en el fondo estaba la botella. Necesitaba de ese deseo. Siempre necesito de los deseos. Deseos de Nirvana. El gnomo había desparecido. Sintió alivio. Más segura encapsulada en su estructura de cristal, se acerco más y más hacia el aljibe. Ahora estaba como tatuada , cerca, demasiado. Decidida comenzó a descender. A medida que descendía, su vida, sueños, su peor pesadilla, acosaban su memoria. Siguió bajando, cada vea más. Llegó al bosque. Era espectral, sombrío, seco. Camino esquivando sus fantasmas, los de ambos. Siguió Respiro. Comenzó la búsqueda de la botella vacía. Pronto, cerca del mas oscuro de los espectros, la vio. Se acerco. Dudo. Giro su cabeza, hacia otro foco. Volvió a dudar. Un frío gelatinoso descendía por su cuerpo. Frio y gelatina. Había Olores fuertes. Alcanfor, incienso, ruda. Se arrodillo. Entonces fue cuando descubrió que el vidrio reflejaba extraños colores, siglos de colores. Se acordó de un viejo calidoscopio olvidado en alguna parte. A medida que observaba la botella, se iba adormeciendo, más, más profundo. Cuando despertó del letargo. Recordó. La tomo rápidamente , con vigor, sin miedos, y comenzó el ascenso.Al salir del aljibe, estaba él, serio, arrugado , mísero, esperándola. Le entregó la botella, en un gesto rápido. El gomo la miro con esa mirada de siglos y le dijo: -“ pide tu deseo, ahora”. Ella sonrió, apenas, y casi con una voz inaudible gimio- “Quiero volver a Nirvana”. El gomo comenzó a sacudirse, temblaba. La miro fijamente y con una voz seca le con
testó:-“ No puedo conceder tu deseo, no puedes volver al lugar de donde nunca te has ido”.
Fin

Ade

lunes, 22 de junio de 2009

El despertar

Cuando se levanto esa tarde, después de una larga siesta, él se sintió diferente.
Lentamente se dirigió al baño. Abrió la canilla de agua fría. Se lavo la cara. Lentamente sus ojos se metieron en el reflejo del espejo. El era diferente. Las marcas que la angustia deja en la piel habían desaparecido. El temblor de su cuerpo, también. La mueca de dolor de su boca, no estaba. Sus ropas arrugadas y viejas ahora lucían impecablemente limpias. Había un olor dulzón y fresco brotando de sus manos. Acaricio con sus manos las ventanas y las sintió amplias. Con sus dedos finos y largos sacudió melodías de guitarra. Un calor tibio y placentero envolvía con calma su esqueleto .Entonces abrió espaciosamente las puertas de su departamento. Con una sonrisa tranquila salió a la calle. Camino todo el día y toda la noche, el amanecer y la mañana. Camino impecable y sereno. Nunca dejo de caminar a partir de ese día. Nunca supo quien había sido antes de la siesta. Nunca se preocupo en saberlo. Ahora avanza con una sonrisa dibujada en su espalda.

Ade