viernes, 27 de febrero de 2009

Circular

Y empezó el descenso, círculos enormes de una escalera caracol. Cada vez más grandes. Desciende y el espacio entre un escalón y otro se profundiza, igual que su curiosidad. Quiere llegar al piso de abajo, segura. Ahí encontrara los colores de una sombra que se olvido, es muy olvidadiza, el día que comenzó el ascenso. Las paredes desaparecen y el paisaje tiene ojos. Gigantes. Pequeños. A veces cree que la miran como los ojos de un pescado. Quieto. Seco. En pleno descenso una luz la encandila, quiere reflejarse en ella, pero es tan potente que sólo la hace descender hacia el vacío. Un olor dulce y conocido, la envuelve. Vainilla. Blandos y cálidos olores. Vainilla y chocolate. Vainilla y café. Vainilla, noches de vainilla. Toca, huele, ve, trasborda, se aquieta, salta, baila. Pisa el ruedo de su pollera azul y desciende cinco escalones más. Casi llega. Le grita a su sombra, ahora blanca con manchas carmesí:”esperame, estoy cerca”. Esta parece sonreír. Desciende. Se encuentro con ella, con el mundo. Se deja llevar hacia la vereda. Abren la pesada puerta de madera añosa. Ahora sin mirar hacia atrás caminan holgadas, su sombra blanca y ella.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Juntas


Entrecerré los ojos.
Pude tocar mi sombra.
La palpe suavemente.
Recorté sus formas.
Socavé la apariencia.
Interpele el contorno.
No nos reconocimos.
La incorporé tan de a poco.

Ade