sábado, 31 de mayo de 2008

prisionera

La casa grande vive,
es tan enorme,
que puede ocultarse
o expandirse,
perversa acecha
no mide; en consecuente
invade penas,
atrapa lo que quiere.
Me tiene presa
no alcanzo a desatarme,
mas de cien años
vibrando en las paredes,
mil soledades
habitan sus pulmones,
su corazón
es de cortezas duras
y en su escalera
se rien los fantasmas.
Ade

viernes, 30 de mayo de 2008

Mutante

Ella mutaba casi inmutable. Pasaba de los colores claros a los obscuros. A veces era brisa suave, otras tornado de grandes proporciones. Mutaba; de lo delicado al grotesco, de lo sutil a lo obvio, de lunas rojas a soles negros. Pasaba de un estado a otro.
Podía profundizar ciclos de ternura e inmediatamente de crueldad imperiosa. De la pasión a la indiferencia.
Ella era así. Mutante.

Ade V.L.

jueves, 29 de mayo de 2008

Lluvia

Para mirar la lluvia, tenés que encontrar una silla bien blanda, quizá con un almohadón a lunares blancos y amarillos sobre un fondo naranja.
Acercás, suavemente la silla a la ventana e inmediatamente te sentás, tratando de que tus ísquiones se acomoden de manera confortable. A continuación contemplás las palmas de tus manos e intentás imaginarlas con pequeñas gotas de agua que van adquiriendo formas desiguales.
La ventana, a la derecha de tu cara, refleja la lluvia pausada; dirige ahí tu mirada. En ese preciso instante, te vas incorporando lentamente, te imaginas lluvia y la observas desde afuera. formas parte de sus gotas. El agua podrá albergar tu cuerpo, y cuando logren vos y ella ser una; recién ahí podrás incorporarla.
Luego atravesas la ventana nuevamente, está vez hacia adentro, volves y te sentas sobre el almohadón a lunares , cerras despacio los ojos , quedas en calma y sonreis complacido.

Ade Viegas L.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Agónico

Cardúmenes de flores,
aguardan en compañía del ocio.
Reveló angustiado,
el hombre de violeta,
que soñó con las aguas
y luego con arenas,
sin saber la distancia
de rosas imparciales,
que espinas poseían
pero no pertenencias.
Sólo flores aguadas,
alguna coincidencia
y muchas coexistencias,
plegaron en mil formas,
los bocetos trazados
en valles inundados
de sustancias podridas.
Y el hombre de violeta,
desando lo vivido,
se desnudo despacio
y el violeta pasó
del recuerdo a la nada,
de la nada al vacío
del vacío al fracaso.
El ocio, ya sin flores
se sintió reflejado,
en lluvia de violetas
que viraron a grises,
recubriendo el espanto.
Quizá logre algún día
recobrar la cordura
olvidarse de todo
también de su agonía.

Ade Viegas L
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