Para acercarse a las nubes, prefirió comprar zancos de porcelana taiwanesa.
Cada vez que intentaba calzarlos, se le rebelaban fiero y se largaban a correr solos por el parque, que se parecía mucho a un parque maltes.
Cansada de marchar tras sus zancos, decidió subirse a uno de los árboles más altos; cuando logró tocar con sus pies la última hoja, de la última rama, del último intento; calló de cabeza sobre el césped encerado. Pensó que lo más conveniente era acercarse las nubes, patinando.
Ade
A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración. ...una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo... Por eso a mi me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas. Oliverio Girondo

jueves, 24 de julio de 2008
miércoles, 23 de julio de 2008
Particularidades
Me gustan las contradicciones
Y los contrabajos
Amo de igual forma
Los baches que las ondulaciones
Prefiero una campera roja
A un rojo derramado
Gozo la luz plena
Y la plena noche oscura
Habito en los arroyos
Porque puedo arroyarme
Me desato los nudos
Porque logro enlazarme
Tropiezo con la piedra
A la roca le temo.
Ade
Y los contrabajos
Amo de igual forma
Los baches que las ondulaciones
Prefiero una campera roja
A un rojo derramado
Gozo la luz plena
Y la plena noche oscura
Habito en los arroyos
Porque puedo arroyarme
Me desato los nudos
Porque logro enlazarme
Tropiezo con la piedra
A la roca le temo.
Ade
lunes, 21 de julio de 2008
Melocotones
Elenita prefería las medias lunas a las lunas plenas. Elenita, cantaba con los ojitos chiquitos de puro guapa. Elenita vestía tarangas y buscaba siempre confrontar con la gran Elena. Elenita no sabía de soles violetas, porque sólo podía entenderlos blancos azulados o estrafalariamente, rosas. Elenita leía con los dientes serruchando las páginas y con las orejas degustando algún melocotón, que apreciaba en grande, porque grande sería su sorpresa si alguna vez lograba saber, que era un melocotón. Elena, la grande podía con rapidez reconocerlos con un simple rastreo por la vida salvaje, de los melocotones natos. Elenita se ato las zapatillas con hilos de seda. Comenzó a caminar por las nubes amelocotonadas. Elena, prefirió melocotes sólo en noches de luna blanca.
Ade
Ade
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