sábado, 12 de julio de 2008

Aura

¿Será rosa, mi aura?
¿podré acariciarla,
verla
transportarla?
Y si no es
Rosa
Si es
amarillenta
Si es
Verde
Violeta
Apenas
Azulada

Congelaré mi aura
Con rocío
Con estaño
Con hambres
La desintegraré
en formas
Inconvenientes

Congelé mi aura
Y no es rosa
Es
Casi
Rojiza
Casi
Anaranjada.

Ade

viernes, 11 de julio de 2008

Soy

La más sufriente
La más perdida
La más opaca
La deslucida
La destruida
Totalmente
La más vacía
Confusamente
La más pagana
Sin más conciencia
Que la inconciencia
Sin más destino
La atolondrada
Hueco profundo
En
los
sentidos
Toda
Bacheada

Ade

miércoles, 9 de julio de 2008

Muy dentro de mi sombra

Perdida
Totalmente
En vocablos
En agua salitrosa
En desesperanza
En furia
Herrada
Aniquilada
Sufriente
Calcinada
Perdida
Muy
Dentro
de
Mi
Sombra.

Ade

martes, 8 de julio de 2008

demasiado es fatiga

Te propongo que busquemos nuestros rostros. En vidrios empañados, por alguna respiración, nos mantengamos al tanto. Te propongo caminar descalzos, hasta ampollarnos los pies. Buscar arcilla de algún pozo y esculpir las heridas. Te propongo que me ames. Yo intentaré amarte. Te propongo que el aire nos libere y aúne, sólo un poco, demasiado es fatiga. Pensalo. Es buena mi propuesta. Y todavía no está en liquidación.

Ade

lunes, 7 de julio de 2008

El conmovido

Un árbol enanísimo a la enanísima potencia, se conmovió ante una rama que erraba la dirección del viento.
En la ciudad de los gigantes, el enanísimo se asustó cuando la rama errada le cayó encima.

Ade

domingo, 6 de julio de 2008

El semáforo y lo imposible

Estuvo parada ahí minutos, años.
La vereda, el cordón, la avenida, las rayas blancas del cruce peatonal.
Frente a ella: el semáforo. Verde, amarillo, rojo…verde, amarillo…Cruzar, animarse, cruzar, los recuerdos…
Cerca del reencuentro. El misterio de unos ojos. Lo imposible.
Llevaba el bolso cargado de tarritos con acrílicos, espátulas, pinceles y su alma golpeando los colores. Verde, amarillo, Rojo…
Su cuerpo anestesiado, su corazón lucraba el mito de la espera. Las rayas blancas, los sonidos, la próxima vereda.
Las baldosas arañaban sus zapatos, el gris de su contacto paralizaba sus piernas, las voces, el murmullo cegaban sus oídos. El ruido de motores detenía su instinto.
La senda peatonal amenazaba. El corazón latía al ritmo de un Ferrari. La inercia. La verdad escondida, la mentira inventada.
Es ahora o nunca, repetía en vos baja. Verde…
Su cuerpo en una mueca intentó el movimiento; en sus ojos dos lágrimas congelaron la imagen.
El sonido ahora suave de una respiración pausada, trató de aflojar las ataduras.
Es ahora…Verde…
El ruido de unos pasos golpeaban la vereda.

Ade