domingo, 6 de julio de 2008

El semáforo y lo imposible

Estuvo parada ahí minutos, años.
La vereda, el cordón, la avenida, las rayas blancas del cruce peatonal.
Frente a ella: el semáforo. Verde, amarillo, rojo…verde, amarillo…Cruzar, animarse, cruzar, los recuerdos…
Cerca del reencuentro. El misterio de unos ojos. Lo imposible.
Llevaba el bolso cargado de tarritos con acrílicos, espátulas, pinceles y su alma golpeando los colores. Verde, amarillo, Rojo…
Su cuerpo anestesiado, su corazón lucraba el mito de la espera. Las rayas blancas, los sonidos, la próxima vereda.
Las baldosas arañaban sus zapatos, el gris de su contacto paralizaba sus piernas, las voces, el murmullo cegaban sus oídos. El ruido de motores detenía su instinto.
La senda peatonal amenazaba. El corazón latía al ritmo de un Ferrari. La inercia. La verdad escondida, la mentira inventada.
Es ahora o nunca, repetía en vos baja. Verde…
Su cuerpo en una mueca intentó el movimiento; en sus ojos dos lágrimas congelaron la imagen.
El sonido ahora suave de una respiración pausada, trató de aflojar las ataduras.
Es ahora…Verde…
El ruido de unos pasos golpeaban la vereda.

Ade

1 comentario:

Katherine R. Vasquez Tarazona dijo...

Una paleta a disposición del lector... una imagen que retumba en el espíritu escritor.