jueves, 29 de mayo de 2008

Lluvia

Para mirar la lluvia, tenés que encontrar una silla bien blanda, quizá con un almohadón a lunares blancos y amarillos sobre un fondo naranja.
Acercás, suavemente la silla a la ventana e inmediatamente te sentás, tratando de que tus ísquiones se acomoden de manera confortable. A continuación contemplás las palmas de tus manos e intentás imaginarlas con pequeñas gotas de agua que van adquiriendo formas desiguales.
La ventana, a la derecha de tu cara, refleja la lluvia pausada; dirige ahí tu mirada. En ese preciso instante, te vas incorporando lentamente, te imaginas lluvia y la observas desde afuera. formas parte de sus gotas. El agua podrá albergar tu cuerpo, y cuando logren vos y ella ser una; recién ahí podrás incorporarla.
Luego atravesas la ventana nuevamente, está vez hacia adentro, volves y te sentas sobre el almohadón a lunares , cerras despacio los ojos , quedas en calma y sonreis complacido.

Ade Viegas L.

4 comentarios:

zeta dijo...

En mi caso no, la primera vez que resulté enamorado fue el torbellino de sentimientos que me azotaron durante años, estériles, por cierto, y mi primer beso fue arrebatado y por venganza y frustración, la primera vez que fui a la universidad no me dejaron entrar, la primera vez que fui al colegio no recuerdo que pasó, en fin, felizmente las primeras veces no son las más importantes...

zeta dijo...

La lluvia es espectacular...Lástima que acá no llueva...

josé lopez romero dijo...

Observar como llueve es fantástico y eso me remonta lejos, demasiado tal vez, pero lo dije no hace tanto, recordando momentos de la niñez de naríz pegada al vidrio y mirar pasar el agua por la calle hacia el Este..

zeta dijo...

Ambas cosas...No hay nada como una primera vez con lluvia, simplemente...Saludos, chao.