sábado, 26 de abril de 2008

Se me dobla la espalda. Me siento en la paresita del edificio de Cerretti 869, mientras te espero. Andas lento hermano.
Mis noventa y dos primaveras, veranos, inviernos, eclipses, soles, lunas llenas, nuevas, mas o menos, me vienen pesando. Apuraté Juan, no arrastres los pies. Estoy cansado.
Son las cuatro de la tarde, el sol comienza a acercarse a la vereda de enfrente. Hay! hermano, estamos juntos desde la gestación. Te estoy esperando, apura tu marcha, estás lento.
Cuanta veces al mirarme en vos me vi reflejado, tus ojos son mis ojos, tu piel a está altura metida en los huesos, es mi piel, tu alegría es la mia, también tus penas. Gemelos idénticos , cantó la matrona que ayudó a mamá el día que nacimos. Te gané en el tirón hermano, nací cinco minutos antes. Me duelen los brazos.
Apuraté Juan, no seas tan lento, vayamos a casa, tomemos ese mate con leche calentito que nos refresca el alma. Ya sé hermano, noventa y dos es un gran número, de tan grande pesa.
Mañana, si Luisito está con el auto me voy a llevarte unas camelias blancas, te gustaban tanto…

Ade Viegas L.

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