domingo, 1 de junio de 2008

La 310

El viejo cementerio alberga ruinas. Enredaderas secas. Pastizales oxidados.
El pibe pude verlo desde su moto al doblar en la curva de la 310 camino a San Eulogio. Con un acelere seco, llega hasta el portón que destiñe horas.
Un candado pesado mohoso y borrado cierra el ciclo.
El pibe dirige su mirada hacia las tumbas, nada ni la apariencia queda del lugar donde alguna vez habitaron los muertos. Nada. Hasta las almas desertaron.
El pibe trepa a su moto y sigue su camino acelerando por la 310.

Ade

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